No para de mirarme y me está poniendo nerviosa. Hoy lleva sus
pitillos vaqueros rotos y las zapatillas desgastadas que tanto usa... hoy va
especialmente dormido; lleva los auriculares puestos y el skate en la mano;
estoy segura de que hoy se quedará en el parque con los colegas a pasar el
rato. ¡Ay! El metro; éste es el mío. Uff... ya son menos veinticinco y
entro a menos cuarto. Otra mañana que me toca derrapar. ¡Señora, cuidado,
que yo también voy con prisas y con sueño pero no voy arrollando a la gente!
Bueno, ya queda menos, tres paradas, subir las escaleras a toda leche, pasar
por las máquinas, subir dos tramos más de escaleras, esquivar a los que andan
repartiendo propaganda en la puerta de salida, derrapar, derrapar, mirar si
vienen coches, cruzar, subir más escaleras, correr por el pasillo y segunda
puerta a la derecha. Listo. Hoy llego a la hora fijo.
Llegué. Soy una campeona. Me duelen los pies y noto cómo
probablemente tenga la sobaquera de mi camiseta preferida sudada. Pero bueno,
es lo que toca. Llega el chequeo mañanero, es ir por el pasillo y sentir cómo
todas las personas te miran de arriba a abajo haciendo un escáner mental de tu
atuendo de viernes por la mañana. Mientras tanto, ¿Qué queréis que os diga? Me
la sopla, yo voy cómoda; es lo que cuenta. Agua. Benditos grifos de los
servicios... Pelo genial, ojeras en su sitio, sonrisa profident, no hay rastro
de sobaco sudado, mancha del cola-cao que me he desayunado a toda hostia ésta
mañana justo en el centro de la camiseta en su sitio, y pis... toca hacer pis.
Ay, son las 08:44, no da tiempo de hacer pis. ¡A clase ya! Corre.
Pobre desgraciado que seguro que estudió medicina pensando en
salvar vidas y ha terminado intentando autoreanimarse a base de suspiros
continuados mientras tiene que soportar nuestras caras de "Lo que me digas
me aporta lo mismo que la lechuga que tengo en la nevera" y de estar a
todo menos a la explicación de la circulación sanguínea. Que yo, ¿Qué quieres
que te diga? a estas horas de la mañana por las venas, más que sangre, me corre
cola-cao o leche sola. Tengo sueño, ponte en mi lugar querido profesor, todo lo
que me digas ahora será desechado a papelera de reciclaje y vaciado cuando mi
compi se despierte y empiece a contarme los planes que quiere que llevemos a
cabo éste finde. No te engañes, adoro el trabajo personal en mi portátil que se
basa en ver vídeos graciosos de gatos. No te mientas. No intentes
cambiarme. Lo hago por ti, ¿Eh? No gastes saliva conmigo a estas horas de la
dichosa mañana.
... a mi alrededor, sólo veo muerte y destrucción. Todavía queda
una hora... Una hora y soy libre. (0:59)
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos; UNO. Se
acabó, empieza la carrera, el último que salga es un pringado. Corramos como
pajarillos jajaja. Es viernes. Tengo tantas cosas que hacer... Ay, que son
menos dos minutos y el bus sale a en punto. Corre como el viento pequeño
agaporni; corre que pierdes el bus destino ése arroz con tomate que tanto te
gusta hoy.
Y bueno, que empieza el fin de semana y todos sabemos cómo empieza
pero no cómo acaba. Que suele pasar que hacemos planes pero luego sale
cualquier patata mal cocida y no sé si lo sabéis, pero la gente se sorprende
siempre que algo no acaba como unicornio. No sé por qué, en el fondo, la vida
es eso, ¿No? Saber cómo empieza algo pero no cómo acaba.
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