A lo mejor si miro hacia otro lado, no se nota. O si camino más
despacio para no llamar la atención. ¿Una gorra, quizás? No, no. Mejor
finjo que me llaman por teléfono. O puedo echarme el pelo y taparme tres
cuartas partes de mi cara para que no me reconozca. ¿Y si me traga la tierra,
qué tal? En fin... qué panorama.
Que alegría más tonta estar viéndote venir;
que bonita tu boca. Que paz, que bien; vivir. Que ridículo callarse cuando quieres decir que estás bien cuando
todo va mal, que sólo me sale cantar.
Espera, céntrate, idiota. Finge indiferencia. A ti eso te da
igual. O se supone que debe ser así.
Puede que si hubiese sabido ésto, hubiese gritado hasta quedarme
sin voz. A pleno pulmón; hasta que mi cuerpo pidiese oxígeno cuando la vida le
fuese en ello. Hasta romper esa estantería de copas que ahora utilizo como
excesos por falta de otros deseos. Si hubiese caído en que el único ruido que
escuchabas era el de una discoteca abarrotada de gente cantando sin saberse la letra
ni quiénes son, hubiese gritado, lo juro. De verdad.
Siempre formulando la frase; cuéntame algo. Nos salió la culata
por el tiro y cuando cerramos el candado de nuestro cajón desastre, la llave se
nos quedó dentro. Y bueno, eso. Que pesa el no tener a quién denunciar cuando
te das cuenta de que el asesino eras tú. Pero disimula, que nadie sospeche. Sé
amable. Sé discreto. Camina recto y con la mirada esquivada. Primero un pie y
después el otro; poco a poco. Saca a pasear al actor que llevas dentro.Y hazlo
bien; no vaya a ser que una de las 7.000 millones de personas que viven en éste
globo, se de cuenta de que algo te pasa. Viste al viernes de largo y asegúrate
de que el peinado y maquillaje te dure hasta el martes intacto. Un día nublado
lo tiene cualquiera, pero la fiesta pasa y hay que estar a la altura. Da el
pego.
Y vuelta a empezar. Aquí no ha pasado nada. Baila. Demuestra que
tienes un cuerpo poco arrítmico y haz notar tu felicidad en la tarima. Sonríe.
Y recuerda que debes decirle al camarero que no eche limón en la copa. Somos
fuertes pero tampoco tanto. No nos motivemos. Sin excesos.
Veamos... ¿Qué más? Ah, si. Saluda al reflejo que sale cuando te
miras en el espejo y dile que el tiempo pondrá todo en su lugar. Que todo pasa.
Que te has tragado una guindilla y no sabes dónde está el pan y el agua. Que
todo... que todo... ¿Qué cojones? No le des explicaciones, él sabía de buena
tinta que ese barco se estrellaría al llegar a puerto y aun así, gracias a su
masoquismo, siguió a bordo. Suicida. Cabrón. Irresponsable....
Ah, y hazte otro favor; cuando alguien te diga que hay muchos peces en
el mar, crúzale la cara. O retírale el saludo. No seas agresiva. Es de cultura
general y sabido por todos, que una persona que se ha metido una tripada de la hostia
a sardinas, por mucha merluza o angula que le pongan, no hay hambre. No
apetece. Qué sabia la persona que inventó esa frase. Me gustaría verle comiendo
pescado. Puede que otro gallo cantaría.
Piensa en lo que esto conlleva, no seas negativa, quédate con el
recuerdo. Puede que dentro de unos años ésta catástrofe, sea una anécdota que
cuentes a tus hijos mientras vas corriendo al baño debido a las tremendas ganas
de hacer pis que te entran entre tanta carcajada. Da un discurso final como si
lo hubieses estado preparando toda la noche. Siéntete poderosa. Añade puntos y
comas. Añade todo lo necesario para darle fuerza al discurso. Pero no pongas
punto final. Recordemos que ése se da por hecho visto lo visto. Ése se puso
solo tras no haberte atrevido a gritar. Porque no gritaste lo que querías,
¿Cierto o no?
Pues escribe. Y ahora que está todo fresco en tu mente, toma
apuntes. Coge un post-it que luego pegarás en la nevera, apunta las veces al
día que plantas un pino y si lo adornaste con bolas de colores y luces y una
estrella en la punta, o si simplemente lo camuflaste con air week. Escribe un
libro de apuntes si te da la gana, y no olvides nunca que hay libros que sin
ciertos capítulos, nada sería lo mismo. Que hay historias que no caben en un
simple libro y necesitan segundas partes e incluso terceras y que hay libros
que uno quiera o no, por temas de gravedad, supongo, vuelve a leer.
Y la próxima vez, si no es mucho pedir y a no
ser que haya un ataque zombie que te lo impida, grita.
0 comentarios:
Publicar un comentario