Café para dos.


¿Cuánto café para dos se habrá tragado mi fregadero? 

Lo haces, lo calientas, esperas, no llegas, se tira. Se repite la historia. Puede que haya llegado el momento de la historia en que ya puedo prestar mi corazón para enfriar los cubatas que me tomé anoche a tu salud. Corazón frío, pezones duros, piernas abiertas y ojos cerrados para no ver que estaba entre ti y el cielo que querías tocar. No te cortes ni un pelo, mira por la ventana; corre las cortinas y asómate al cristal. Te aseguro que no encontrarás a nadie como yo a estas horas de la película que mire el reloj; a nadie le da por ahí ahora. Haz lo que más fácil te resulte. Nunca has sabido terminar mirándome a la cara por miedo a ver que eso nos hacía felices, siempre mirarás a tu espada de doble filo intentando olvidarte de mi. Intentando olvidar a la que lo hizo contigo y te hizo sentir temblores que no se reflejaban sólo en tus piernas o espalda. Tu cabeza lo sabe. Habla con tus recuerdos a ver qué comentan... Olvídate de mi si puedes, la tía que te follaste en tus sueños el sábado por milésima vez consecutiva; de lo que bebiste y mearás después. Yo consolaba las heridas cuando te hacías sangre mientras estabas mordiéndote los labios y apretando los puños queriendo arrugar la piedra con la que has decidido tropezar tanto y estrujar la mierda de poemas que te han escrito hasta entonces. Seremos felices y luego pasarás página. Noches intensas sobre la mesa del escritorio, la pared, delante del espejo, en el suelo y en la cama. Y ahora te juro que no me arrepiento de haber utilizado mi último aliento antes del fin para sellarte el recuerdo y dedicarte un "por mucho que quieras, no me olvidarás". Y poesía es ver tu nombre junto al mío escritos en una orden de alejamiento mental; verte en el balcón con las llamas detrás de ti mientras gritas que por qué las cenizas que dejamos apagarse, cogen tanta fuerza algunas noches. Sé que al besarle a ella cierras los ojos para imaginarme a mi mientras intenta ser una copia barata del motor original de tu corazón. Que prefieres seguir con ésa película digna de Oscar en vez de dar el paso conmigo y poner en juego una subida de tensión y un fallo diastólico. 


Y dime ¿De qué te sirve que todas las canciones te recuerden a ella si en todos los silencios te acuerdas de mi? Si tienes miedo y bailas solo para que nadie te pise, para que nadie te ayude a levantarte si te tropiezas con mi sombra y te caes; por miedo a que nadie se apiade de ti y te remate cuando ya no quieras separarte del abrazo del suelo. Nadie te hará tan legible como yo tras un "¿Nos tomamos la última en casa?" Pero no importa, blasfemaré tu nombre por llegar sola a casa, al ducharme para eliminar una noche de excesos, al dormirme... pero me dormiré y al despertar volverás a ser un mortal más. Me juraré no proponerte nunca más aquella indecencia y lo volveré a hacer el fin de semana que viene. Volverás a ser un mortal más; con sus miedos, sus inseguridades, sus dudas... un cuerpo de carne y hueso con un corazón con una valvulopatía mitral psicológica que te provoca una disnea de reposo sólo con pensar en intentarlo.

 Y anoche fui feliz por un momento, parecía que no pensabas, que sólo te dejabas llevar y ya. Te sentí cerca, como si estuvieses a mi lado. Mi cama no parecía tan grande... Nunca pudiste sentir cómo te miraba mientras no me veías; cómo respiraba cuándo sentía que por un momento eso no era tan difícil y se convertía en algo posible. Pero tu espiración olía a "Aprovecha que no se repetirá nunca" Olía a adiós. Dormías con la tranquilidad de alguien que se va a ir y no volver de la misma manera. No es necesario que te despidas; desaparece. Estoy acostumbrada a despertar sola, ducharme, desayunar cola cao, correr las cortinas, tocar las paredes del pasillo con la punta de mis dedos, llegar al ascensor, mirarme en el espejo y ensayar sonrisas, salir a la calle y llenar mis pulmones con una bocanada extensa de aire, colocarme el pelo, alejarme de tus recuerdos y tu mundo sin meter ruido, intentar no obligarte a que tengas que elegir entre ella o yo o a que te compliques conmigo... irme en silencio; y mierda, qué bien huelo a ti.

¿Tomamos un café? 


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