A dieta.

¿Sabemos lo que queremos? ¿Sabemos lo que nos llena? Somos terriblemente insaciables. Todo nos sabe a podría haber hecho más, podría haber sido mejor, podría haberse esforzado un poco más, podría, podría, podría; más, mejor, más. ¿Cuantas veces repetimos el "tengo" a lo largo de nuestra vida? Tengo que hacerlo, tengo que llegar, tengo que irme, tengo que aceptarlo, tengo que acabarlo, tengo que correr, tengo que, tengo que, tengo que. Y nos pasamos la vida a medias; con dieta vital. Pesando al gramo cada acto.


Cuando queremos, no lo hacemos sin medida. Desde el comienzo vamos con nuestro manual bajo el brazo, con un escudo de a
damantio. No queremos hasta ver que eso desborda por cada poro. Todo medido, pesado al gramo; mejor engordar a base de tarrinas de helado de chocolate para alzar el ánimo del desastre inminente de la post guerra que hacerlo durante por exceso de dulzura. Y luego la culpa siempre del de fuera, del otro. De la tercera persona. Quizás nos guste encontrar lo que buscábamos, arruinarlo y arreglarlo con palomitas y películas con esa canción de fondo que nos haga perder el glamour al llorar como bebés.

¿Sabes lo que quieres?

Cuando sonreímos... Para qué reír a mandíbula abierta y desencajada si podemos reír como princesas y princesos. ¿Para qué? No vayamos a reírnos más de la cuenta, no vaya a ser que se nos afilen los ojos y el entorno que nos rodea, se de cuenta de que a veces, mirar menos es disfrutar más. Para qué si se puede así, evitar dolor de abdomen de exteriorizar tanta felicidad.

¿Qué te llena?

Cuando hablamos, no decimos lo que realmente queremos decir; decimos lo que creemos que quieren escuchar o lo que queremos decir pero no sentimos. Nos empeñamos en camuflar la realidad con disfraces baratos que acaban perdiendo rigidez con el tiempo. No somos conscientes del valor de las palabras; mejor cerrar los ojos y decir que no a todo, negar hasta la saciedad. La negativa nunca pide tantas explicaciones como la afirmación, ¿Cierto o no?

¿Qué te guardas?


Cuándo lloramos... Siempre es más fácil dar un golpe a la pared o atacar con cuchillos afilados a la causa que dejar que nos vean débiles. No, no estoy llorando, tengo alergia. Alergia a sentirse débil en público. Mejor no ser sinceros y reconocer el dolor y el peso de las situaciones no vaya a ser que una persona nos tienda la mano y nos abrace hasta rompernos las costillas.

¿Por qué te escondes?

Cuando somos, no somos. Siempre pensando en qué estará bien y qué no. Qué será lo que apruebem y qué no. ¿Tan manipulado vives? Sé. No tengas miedo de sacar tu verdadero yo. Aunque bueno, para qué ser uno mismo, con lo fácil que es mantenerse en la línea estipulada de maniquí perfecto, ¿No? Cierto. Que estúpida yo. Sigamos siendo lo que los que nos rodean quieren ver.

¿Quién es quién para decir cuál es cuál?


La vida es solo una, las curvas son sexys. Déjate de dietas. Saca tu corazón a pasear. Saca tu csonrisa a caminar. Saca tu boca a correr. Saca tus ojos a trotar. Saca tu culo a galopar. Sal a ahí y deja de ser a medias.

CONVERSATION

0 comentarios:

Publicar un comentario