Se acabó lo que se daba


Y se nos acabó lo que se daba. Se acabó el cariño del bueno. Se acabó eso de darnos y que nos den lo que merecemos. Bienvenidos al déficit emocional globalizado, bienvenidos a una sociedad sin diferencias de clases emocionales; aquí igualdad, aquí todos mileuristas de amor hipotecado, aquí todos andamos desahuciados de los corazones que tanto nos hemos ganado con el sudor de nuestra frente y las ganas de nuestro ser. Se acabó lo que se daba.

Y se acabó lo que se daba por admirarnos demasiado y aspirar a sentimientos sin saber lo que significa la palabra "Sentir". Por admirar demasiado, pero admirar mal; si, muy mal. Por aspirar a amores vendidos en dramas cinematográficos. Por intentar igualar ese beso de película con una banda sonora de fondo acojonante y terminar con una calada de tres pares de cojones bajo la lluvia, un resfriado de la hostia y un príncipe azul que nos va a dejar tiradas a las 12:00 porque se le acaba la batería y se aproxima un apocalipsis zombie sin el puto whatsapp.

Que mal queremos. De verdad os lo digo. Hoy en día ofrecemos quereres a desconocidos a los que creemos conocer tras un mes de seguimiento en Twitter. Existen quereres que ofrecemos a extraños, quereres que falseamos porque se pasan el día llenando nuestra sección de "Notificaciones" activa con nuevos likes, Fav´s, Rt´s... Y hay quereres que se cobijan en nuestro día a día que somos incapaces de querer. Quereres que se establecen tan de lleno en nuestra vida, que los ignoramos, que nos reímos en su cara; el querer de una hermana, el de un padre, el del amigo pagafantas que resulta que es el único que te quiere sin condiciones ni tratos... quereres como el de un padre, que cada uno a su manera, pero joder, quién no quisiera esos quereres. Quereres que como te he dicho, ignoramos y luego, cuando falta, son cundo más de menos os echamos y joder querer, cómo te echo de menos. Pero ya es tarde. Se acabó lo que se daba.

Y se acabó lo que se daba por querer mucho durante poco tiempo y mal. Y sí, he dicho "mal". Queremos mal. Hay quienes quieren en un día y al día siguiente se olvidan de querer. Hay quienes queremos un rato intensa y apasionadamente pero luego cuando nos quieren querer, no nos apetece; déjame mi espacio que si me agobias acabo huyendo. Y luego está el amor propio, jé; amor por llamarlo de alguna manera... Amor que confundimos a diario con el egocentrismo y la soberbia, los aires de superioridad y la déspota; o el caso contrario, amores propios que la gente teme mostrar por vergüenza; ¿Vergüenza? ¡Venga ya! La gente, joder. ¿la gente no tiene punto medio o qué? O se viene a arriba o se queda en lo más profundo escondida en sus miedos sin probar. Probar, algo que no hacen algunos por un concepto mal entendido de la humildad. Y por otro lado, relacionarse. Relacionarse como debemos relacionarnos, no ganando Followers; relacionarse como se hacía antes. Y para juntarnos y darnos a conocer no tenemos que vendernos, tenemos que conocernos; nada como pasar más tiempo con nosotros mismos para ser capaces de compartirlo con los demás.Conocernos, conocer los propios límites que nos caracterizan y ponerlos a prueba día a día, sentir cómo se acojonan cada vez que tu les vas conociendo más y te ven capaz de superarles. Que se acojonen cuando vean que les dices en toda la cara "Se acabó lo que se daba".

Y ahora caigo que claro, normal que haya personas que quieran tan mal, qué "pocheces" se ven a diario. Hay quienes quieren, quienes dicen enamorarse y se hacen los guays, como si hubiesen sido los únicos que han pasado a otro nivel en el jodido Candy Crush. Como si cada "te quiero" que publicasen, les alargase la vida. Y si se quedan sin la persona a la que regalar un "te quiero" diario mediante declaraciones en redes sociales, lo arreglan rápido; nueva solicitud de amistad, nuevo follow y nueva persona a la que pedir ayuda y nuevas vidas para continuar en el juego del querer.
Y ahí es cuando me echo las manos a la cabeza... Como si escupir un "te quiero" fuese como abrir el grifo y conseguir un chorro de agua. Y ahora lo caliento, y ahora lo enfrío, ahora lo hiervo, ahora lo congelo.. Y un día, permíteme que te diga, que se te va a ir la olla, no vas a acordarte de cerrar la llave del agua, y vas a morir ahogado en tus te quieros húmedos. Falacias.
Y por último, cómo no mencionar a los yonkis del amor, a los que sienten que cuando más daño se hacen, mejor están. Esos "Liberales" que se autodenominan; esos que se dedican a complicarlo todo, a rizar el puto rizo. Esos que destruyéndose, se hacen el amor, Pero por muy bueno que seas contigo, siempre encontrarás a uno que lo haga mejor que tú y que llegará a complicarlo todo a un nivel que ni tu mismo habrías alcanzado. Pero en el fondo, nadie te hiere como tú.

Y se acabó lo que se daba, amigos. Qué mal queremos últimamente, cuando en realidad, querer es algo sencillo. Aceptar, respetar, convivir, admirar... Nada de reprochar, nada de libertades fingidas ni relaciones sexuales con placeres fingidos... Gritad "te quiero" a los cuatro vientos porque os apetece y no porque en una película de un loco cualquiera, a un gilipollas, se le ocurrió gritar un "te quiero" ni un " tu y yo a tres metros sobre el cielo". Pedid un día de calma si es lo que de verdad necesitáis y no por moda de " Yo es que soy muy liberal y me agobias". Follad o haced el amor, sentid que el sexo es una manera de decir te quiero; un "te quiero mucho", un "te quiero sentir", un "te quiero en mi cama y no en mi cabeza"...

Y bueno, perdón si alguien no se identifica con ningún tipo de querer de los que ya he mencionado. Se me pasaba hablar de los amantes planta. Los quereres vegetales. Los amantes de cara al escaparate social, los que son más pasionales que todos nosotros juntos en instagram y luego les ves caminando a un metro de distancia de sus parejas en la vida real. Los amantes que cenan con sus parejas y no les quitan la mano de encima a los móviles; los que no saben lo que es hablar con las miradas. Esas que no saben que hablar no es lo mismo que comunicarse, que para charlar, basta con abrir la boca cual buzón de correos y emitir fonemas... para comunicarse quizás haga falta que le metas mano, que la hagas sentir a tu pareja que estás ahí; no sé, llámame loca, pero es así. Para comunicarse hace falta mover el corazón propio y ajeno; apúntate esa.

Y bueno, dicho queda todo, se acabó lo que se daba.


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