Es.
Es. Misterio. Incertidumbre.
No es cómo se expresa, si no cómo se hace esperar. Tampoco es por cómo toca; más bien es cómo se desea y desea. Ni por lo que promete. Más bien por lo que nunca se va a comprometer pero cumple. La idea de tenerle efÃmeramente. De rozarle sin poseerle. Porque no se deja. Se retuerce, se escurre, se va entre los dedos. No es de nadie. Sólo y exclusivamente de el.
Y gusta, más que por lo que dice, por lo que no pero hace ver. Caja de sorpresas. Silencio intenso que no se describe nunca pero se deja conocer. Poco a poco. Muy poco a poco. No sabrÃa describirlo. Es amor, rebeldÃa; pasión. Suyo. No mide los te quiero, ni los devuelve de forma automática. Si se quiere, se busca; si se le deja libre, viene. Y es que es un sinvergüenza. Pero no importa. Su solicitud de poner patas arriba todo lo preestablecido ha sido aceptada en la empresa. Se hace desear. Y no por cómo provoca, si no por cómo se deja escuchar y escucha.
Y gusta. Gusta porque te vi sonreÃr cuándo sólo querÃas huir. Y dijiste que te gustaba leer y empecé a escribir porque te acojonaba escuchar lo que tenÃa que decir de un modo u otro. Porque me recordaste que sin besos y noches de locos, hay amores que ilusionan. Que sin palabras, incluso, hay aún corazones, como el mÃo, que se estremecen. Y todo fue tras un saludo cordial, un encantada y un no habÃa actuado con nadie asà hasta ti. Con un baile que sonaba a antaño. A calma y tormenta. A limón y sal. A dos hielos de más y un par de problemas de menos.
Es. Misterio. Incertidumbre. Se llama silencio. Invade.
No es cómo se expresa, si no cómo se hace esperar. Tampoco es por cómo toca; más bien es cómo se desea y desea. Ni por lo que promete. Más bien por lo que nunca se va a comprometer pero cumple. La idea de tenerle efÃmeramente. De rozarle sin poseerle. Porque no se deja. Se retuerce, se escurre, se va entre los dedos. No es de nadie. Sólo y exclusivamente de el.
Y gusta, más que por lo que dice, por lo que no pero hace ver. Caja de sorpresas. Silencio intenso que no se describe nunca pero se deja conocer. Poco a poco. Muy poco a poco. No sabrÃa describirlo. Es amor, rebeldÃa; pasión. Suyo. No mide los te quiero, ni los devuelve de forma automática. Si se quiere, se busca; si se le deja libre, viene. Y es que es un sinvergüenza. Pero no importa. Su solicitud de poner patas arriba todo lo preestablecido ha sido aceptada en la empresa. Se hace desear. Y no por cómo provoca, si no por cómo se deja escuchar y escucha.
Y gusta. Gusta porque te vi sonreÃr cuándo sólo querÃas huir. Y dijiste que te gustaba leer y empecé a escribir porque te acojonaba escuchar lo que tenÃa que decir de un modo u otro. Porque me recordaste que sin besos y noches de locos, hay amores que ilusionan. Que sin palabras, incluso, hay aún corazones, como el mÃo, que se estremecen. Y todo fue tras un saludo cordial, un encantada y un no habÃa actuado con nadie asà hasta ti. Con un baile que sonaba a antaño. A calma y tormenta. A limón y sal. A dos hielos de más y un par de problemas de menos.
Es. Misterio. Incertidumbre. Se llama silencio. Invade.