.Hola Translúcidos;
He estado bastante desaparecida por mi blogg y ya siento no
haberos respondido a los mensajes que me habéis mandado ( por ask sobre todo).
La verdad es que no me suele gustar hacer las cosas si no las hago con ganas o
motivada; y últimamente no he tenido el ánimo de escribir nada por aquí porque
sentía que todo iba a salir torcido. La verdad es que no era falta de mensaje
que transmitir, era más bien ganas de leerlo yo misma. De leer lo que me salía escribir.
Es como que se me forma un nudo en la garganta cada vez que quiero publicar
algo porque por mucho que intente escribir de otra cosa, acabo encauzando mi
post a lo que llevo dentro queriendo salir. Y aquí estoy, hoy ya tocaba. Y como
sigo en la misma, saldrá lo que tenga que salir.
Supongamos que es lunes y no me importa tener que empezar la
rutina, que es viernes y no me apetece salir, que es de día y me apetece dormir
y que es de noche y me apetece estar despierta. Supongamos que me apetece
hacerlo todo al revés. Bueno, al revés no; hacerlo como a mi me de la santa
gana. ¿Quién cojones me dice a mi que esa no es la lógica de las cosas?
No es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda
perdida. Puede que las rosas eternas un día dejen de serlo al caer el último
pétalo.
Siempre he sabido lo que quiero, siempre
he sabido qué responder cuando me preguntaban algo que dependiese de mi y fuese
para mi. Siempre. Siempre he sabido lo que quería ser de mayor. Una vez
aseguré querer ser una superheroína con capacidad de volar y así salvar a la
gente de la ciudad. Poco tiempo después descubrí mi pasión por el dibujo. No
tardé mucho en crecer y ver que la sanidad era mi vocación. En resumen: Mi meta
era hacer algo por lo que tanto mis padres como yo, nos sintiésemos orgullosos.
La cosa era dar con algo con salidas, apostar cuatro años de mi vida como
mínimo a algo que me llenaría y me permitiese tener un futuro. Y la vida ha
cambiado, he descubierto cosas nuevas. He visto la misma moneda desde otra perspectiva
y la verdad es que no todo es a cara o cruz.
De mayor quiero ser feliz.
Y quiero que un lunes me suene la alarma y
no me enfade con el mundo, que me toque hacer, tener o ir a un trabajo y no
sienta que es un deber, que mi vida no dependa de cuatro o seis años y de una
nota de corte para poder acceder a lo que quiera. Puede que mi felicidad no se
encuentre en esa carretera. Y la verdad es que por primera vez, no tengo las
cosas bajo control; y no me importa. Por una vez, estoy haciendo lo que siento
en cada momento, decidiendo sobre la marcha, dejando a un lado lo más
conveniente o lo más acertado.
Siempre he sabido lo que me hacía feliz.
Por lo que valía la pena luchar. Ahora no.
¿Sabes esa sensación en la que sientes que has hecho todo mal desde
el principio pero que no te arrepientes de nada? Vale, pues es una puta mierda.
Repetirías cada paso, cada gesto; no te guardarías ni uno solo de tus impulsos,
no te guardarías ninguna palabra. Nada. De eso que volverías a llamar y
volverías a empezar; y esta vez, lo harías todavía con más ganas porque sabes
que eso te va a llenar, que te va a hacer tener una razón por la que volverlo a
intentar por muchas veces que todo falle. Sería como si construyeses el
edificio de tus sueños y en el último azulejo que colocases, estaría escrito el
fin. Como si tras ponerlo y creer que has acabado de construir eso que tanto
quieres, todo vaya a caerse. Todo quede reducido a nada; a polvo, a mentiras, a
un te llamo luego y te explico, a un ya no puedo más. No sé, es triste ver cómo
algo que has tenido en tus manos, se te cuela por el agujero del fregadero
mientras ahogas las ganas que te quedaban, mientras miras una foto y no te hace
sonreír, te hace llorar. Mientras te vas a la cama y por mucho que no quieras,
te falta algo; mientras escribes, y lloras. Y no lágrimas de película, esas
acaban al de dos horas; tres a lo sumo. Son lágrimas de estas que no sacas, que
retienes con cada golpe, con cada "una vez más". De esas que cuando
cierras los ojos, salen solas. De esas que nadie ve. De esas de las cuales la
gente opina que son un mito, que no existen; nunca nadie vio una sirena que no
estuviese dibujada.
Y es gracioso ver cómo con las personas con las que más te
muestras y más esfuerzos haces, menos lo valoran. Es gracioso ver cómo una
persona no valora tus palabras cuándo otras que saben perfectamente que te
cuestan un mundo propnunciarlas, alucinan al oírlas. Cómo un te quiero pierde
tanta fuerza... Cómo un no puedo más se responde con un "démonos un tiempo"
que no necesitas en vez de con un ven, hablemos. Cómo pasa el tiempo y se
sobrepone más lo malo que lo bueno en mis recuerdos. Cómo cambian las cosas en
tan poco tiempo.
Tiempo. Tiempo que no me queda a tu lado.
Y cómo duele agarrarte la mano con la sensación impotente de no
saber qué hacer o cómo ayudarte. De no saber si cada "Luego vuelvo de
prácticas, abuela", va a ser el último, o mañana podré ver otra vez el
programa que tanto te gusta y odio mientras insistes en que coma bien y pase un
buen día nuevamente. La situación no está bajo control. Estoy perdida... y a
veces, da miedo. Nunca me han gustado las despedidas y tu lo haces cada día; no
lo pones fácil. Sé fuerte. Te quiero.
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