Miedo e incoherencia.


Y qué distinto es el miedo en las personas. Qué diferentes son las reacciones. Hay gente a la que el miedo le paraliza, a la que el miedo le despierta o a las que el miedo nos despierta ése punto incoherente de hacer justo lo que tememos. No sé, es raro.
Hay gente a la que le dan miedo las alturas, pero les encanta mirar por el acantilado y que se las agarre por la espalda mientras abren los brazos cual escena del Titanic o personas que adoran montarse en las atracciones que más alto les elevan para sentir la adrenalina que se siente al ver que vas de cara contra el suelo a una velocidad descomunal rodeado de desconocidos que gritan un "aaaaa" interminable mientras vas agarrado a una barra que te asegurará la supervivencia. Hay personas con miedo a la oscuridad pero con más miedo aun a que les llegue una factura de la luz que dispare todos los fusibles del hogar. Las hay que temen a la soledad pero son forofas de las excursiones al monte en soledad y silencio que les conecte con el entorno. Las hay que temen querer y que les quieran pero ¡hey! Tienen una cuenta en Edarling. Lo llamaría incoherencia pero lo denominaré miedo. Es miedo; el miedo es la respuesta.

Yo soy incoherente. Mucho. Tengo miedo a la soledad. Me da miedo sentir que en algún momento, no tengo a alguien a quien deleitar con mi pesadez humana, a no poder abrazar a alguien cuando lo necesite, a mirar a alguien que quiera mirar. Me da miedo la soledad, os aseguro que supera el temor; es pánico. Pero bueno, soy muy independiente; me gustan los momentos de evasión personal, los momentos de mis cascos de música y yo, de mi libro y yo, de mi papel y pinturas y yo, de mi silencio y yo. Me gusta, pero dentro de mi evasión, necesito saber con certeza que tengo a alguien que me espera tras el armario a mi regreso de Narnia.

Tengo miedo a la oscuridad.  Es inseguridad. Es la sensación de sentirme desprotegida. No lights, no gain. Pero a ver, seamos sinceros, hay cosas que cuando las hacemos a oscuras, son inmensamente mejores, y las repetimos una y otra vez sin que nos cansen. Los sentidos agudizados y la piel de gallina mientras compartes oscuridad con alguien. Me diréis que no...
Y luego está el miedo a que me conozcan demasiado. Ése miedo que es contradictorio a la transparencia que intento llevar día a día pero que en cierto modo, no es transparente del todo; es translúcida. Pero bueno, claro queda que me gusta el contacto con la gente, conocer y que me conozcan. También el miedo a los insectos de ocho patas que me apasiona estudiar e investigar. Osea que nada, que los miedos son incoherentes desde todo punto.

Hay personas con  miedo a fracasar. Pero luego el propio miedo se hace inseguridad y la tendencia a fracasar por no haber pisado un poco más firme. Las hay con miedo a que las rompan el corazón y terminan rompiéndolo ellos para evitar que se les quiera y se les falle.

Son incoherencias y más incoherencias que vemos a diario y ya las tomamos como algo común. Acabamos casi siempre actuando y aparentando lo contrario. Es como el tímido que va de extrovertido, el egocéntrico que va de humilde, el inteligente que prefiere hacerse el tonto ante los tontos. Está el tonto que va de listo y el friki que va de "normal". Está el sensible que va de machote y la chica ñoña que va de roca por la vida. Y quién no conoce a un dormilón que asegura dormir "Lo normal". Podría seguir, pero creo que el concepto está aclarado.

Concluyendo, somos blanco y negro pero gris con la capa de invisibilidad de Harry Potter. No sé si me explico.
Y nuestra respuesta al miedo tiende a ser una capa de miedos. Es como tener miedo a ahogarnos pero ser fanáticos de la pesca submarina, como no saber nadar pero tirarse en plena mar sin un flotador. Como cuando ves a alguien que te mira a los ojos, te alza la copa y dice "¡Que va por ella! Por la que me jodió el corazón... que esta noche triunfa y liga. Círculos viciosos que se dicen. Buscamos lo que nos da miedo para evitarlo y nada tiene sentido. Parece que no. Parece.









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