No sólo es el sentimiento herido al ver el poco valor que tiene lo
que siento ante los ojos que para mi valen tanto. Es también ver cómo se fugan
los ideales de un amor entre los árboles y se esparcen con el viento mientras
transcurre el puto invierno. Es querer perdonar y no poder hacerlo cuando en
realidad no pienso en el perdón; es querer llorar al oír una canción sin que tu
probablemente al oír esa canción te acuerdes de mí.
No sólo es preguntar el por qué; es no
entrar la respuesta o no aceptarla porque duele mucho; es odiarte y quererte
sin razón para ambas cosas; es querer retroceder el tiempo, es querer
olvidar... No empezar algo que no sabía ni lo que era ni lo que sería.
No sólo es la decepción de que no eras lo que yo creía, es haberte
tenido tan alto y no saber donde estabas en realidad. Es no saber si
llorar o reír, si ésto es mejor o peor. Es la duda que se queda en el
aire sin que nadie me la aclare, sin saber que no vales nada o que para ti no valgo
nada yo. Es querer borrarte de todo lo que oigo, veo y siento. Es
sentirte, soñarte y decirme que no.
Es luchar contra mi y por mi porque lo que me destruye queda y no
lo puedo olvidar, es engañar a mi alma diciendo que te olvido y esperar a que
ese engaño se convierta en realidad.
No sólo es una palabra, es el significado que trae con ella, no es
un buenos días, es un acabo de levantarme y acordarme de ti ya que no te
tengo aquí. Es un nadar a contracorriente. No es sólo un te odio, que en
realidad sí, pero no hacia tu persona, hacia lo que incita sentir tu
existencia. No es amor, tampoco desamor, es un querer y no poder, querer
aclararme pero no ayudas... Es un ni contigo ni sin ti; es un puedo vivir sin
ti hipócrita que no lleva a nada; es un que seas feliz sin mi que no se lo cree
nadie; es un mi ropa me sienta mejor cuando huele a ti pero puedo vivir sin ti.
No es un te necesito, es un necesito no necesitarte. Es un llueve y no sé si
utilizar paraguas o mojarme hasta que no se note si es lluvia o una lágrima lo
que cae. No son celos, es impotencia de no saber si debería molestarme o
alegrarme que el miedo me haya ganado la partida mientras que una suicida ha
tenido el valor de hacer lo que yo no. Es el saber si huir es la mejor
respuesta o esperar a que amanezca de nuevo. No es sueño, es mi decisión, te
esperaré en el lado derecho de la cama para que ocupes tu lugar en algún
momento. No es presionar, no es obligar, es dejar las cosas claras. Y ahora lo
sé, no sólo es tarde para decir lo que siento, es tarde para frenarlo. Y eso es
peor.
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