Decirte.


No sabría deciros la cantidad de veces que he escuchado ciertas canciones. Secrets, lay  me down, Reality, Crazy in love, I have nothing... ya sé que no son las típicas canciones que bailas un sábado noche. Y me gustaría decirte "quiero que las escuches", que me escuches... pero no te las recomendaría; son mis canciones, descubre tu las tuyas. Mis tesoros; mis momentos. No sé en qué momento pasaron de ser esa canción perdida en mi lista de canciones del móvil a ser la canción. Sólo sé decirte que tal día como hoy en un momento como podría ser este en el que tengo un vaso de leche en el microondas a punto de terminar de calentarse y las cortinas corridas mientras escribo, tengo puesta una de esas canciones. 
Ya sé que las tazas se inventaron par tomar el café o colacao, también sé que en el sofá no se suben los pies... pero, ¿A que tú también sabes que no hay que juzgar sin conocer y ya estabas metiéndote con mis manías? Me gusta el colacao caliente y con grumitos, llevármelo al sofá que da a la ventana y colocarlo sobre esa pila de libros que tengo sobre una vieja mesa y que seguramente  no haya ni vaya a leer nunca. Me siento en el sofá con los pies cruzados a lo indio y coloco mi portátil sobre mi. Lo enciendo. Abro internet y abro cuatro pestañas; una para El correo, otra para facebook, otra para mi blogg y otra para youtube. Y luego proceso lo que quiero hacer mientras miro por la ventada y agarro el vaso de colacao con ambas manos como si de dar calor a un inofensivo pajarillo se tratase.

¿Alguna vez has observado el tráfico desde la lejanía y por la noche? Luces en todas direcciones, giros, frenazos, adelantamientos, aceleraciones; caminos. ¿A dónde irá ese señor con esas prisas por la acera? ¡Ai! Mira a la panadera cómo saca a pasear a su perro; mañana la diré que me ha encantado el croissant de hoy. ¡Hostia! tengo que limpiar los cristales, hace ya unas semanas que no los toco y menudas gotas tienen, maldita y preciosa lluvia que se estrella contra mi ventana en invierno mientras escucho mis temas. 
Ya me he cansado de estar sentada en el sofá, me voy a tirar al suelo. Siempre acabo por el suelo. Me siento mi vestido preferido cuándo lo lanzo al suelo porque sobre la cama sobra cuándo tengo compañía. Pobre vestido. Pero el suelo me encanta; sostiene, es firme... doy por hecho que nunca me va a fallar. Aunque en ocasiones ya podría abrirse y tragarme, pero no. Siempre se mantiene firme. Odio que YouTube se tome la libertad de ponerme canciones rancias con la reproducción automática. Un segundo. Listo. Ésta mejor. 

Y a lo que iba, mas allá de nuestras narices hay gestos, situaciones, momentos, lugares, manías... ¿Procesas y vives o sólo vives y te dejas llevar? No tiene mucho sentido la pregunta con lo que pretendo transmitirte pero me ha apetecido que te autorespondas. Lo que intento decir es que hay veces en las que hacemos las cosas sin saber el por qué, el por qué de preferir sentarme yo a lo indio en vez de como una persona normal, el por qué de que tú no te hayas dado cuenta de que te he dicho que TE QUIERO en la tercera o cuarta línea del primer párrafo, pero una vez más te has automatizado y has empezado a leer sin pensar en qué hay detrás de cada palabra, de cada gesto, de cada momento, de cada sonrisa o tras cada ventana. Y no es malo, sólo que a veces, mirar la vida pausadamente desde un sofá cómodo o sentado al borde de algún precipicio sosteniendo en la mano un vaso de cristal y rompiendo con lo preestablecido, podemos descubrir muchas cosas que damos por sentadas aunque ahora haya pasado de estar sentada en el suelo a estar tumbada boca abajo, un cojín en el pecho y el portátil delante de mi mientras escribo que no todo es lo que parece. 


Cambiemos de canción

CONVERSATION

0 comentarios:

Publicar un comentario