El día que la conozcas.

El día que la conozcas sabrás que todo tiene su por qué.
Entenderás su manía de abombarse el pelo y meterse el pelo tras la oreja, de su costumbre y necesidad irracional de analizar y querer hablarlo todo para ya.
Entenderás por qué habla mucho y otras veces te necesita para no hablar. Por qué es fan de los abrazos y siempre busca el gesto afectivo de sus personas favoritas en el mundo... y por qué es tan de piel. También serás consciente de que tiene sus buenos y malos días. Días en los que la colgarías del palo mayor para que la de el aire y recapacite sola como ella sabe. Ahí es cuando más humana la verás, porque descubrirás que bajo esa fachada, no hay ni una gota de orgullo. Que sabe volver antes de abrir siquiera la puerta de salida. Y en los que tú la verás la más guapa del mundo, pero ella no dejará de mirarse el reflejo en cada escaparate tapando su cara con esos dedillos que tiene o alargando su jersey hasta barrer el suelo con él porque se verá fea. Y esos días buenos en los que sólo te bastará mirarla para ver que esos ojos no brillan así todos los días. Esos días en los que te agarrará por el cogote con sus manos y te regalará una de esas sonrisas que tiene y sabrás que todo es posible aunque no lo digas en alto. Todo es posible porque ella cree en ello. En ti, en vosotros, en ella.








                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             El día que la conozcas, verás lo frágil que es a pesar de que en situaciones límite, sería capaz de levantar diez veces su peso y empotrarlo contra una pared por ti. Lo insegura que es allí donde nadie la ve, lo fuerte que se la ve a la luz del día. También verás lo que espera de la gente, de la vida, de sí misma... Siempre se va a exigir como a nadie; y no le pide ni el mínimo a los demás. Y da. Da sin medida... Porque es así. Exigencia en misma proporción a inocencia y corazón.
Verás que quiere volar, que no evolucionar hace que se le duerman los pies. Que ella es pequeña pero está destinada a ser muy grande en la vida de las personas; con el tiempo o cuándo decidas analizar la evolución de tu vida desde que ella apareció, verás que es así.

Y cuando la conozcas de verdad, lo sabrás. Porque no te creerás su "Me voy a casa, disfruta; estoy bien, tranqui", ni su "Estoy arribísima, vamos a darlo todo", ni muchas cosas más. Porque sabrás que la manera en la que te ha agarrado al despedirse, no es la misma de siempre. Ni su sonrisa es tan grande como siempre. Ni su forma de caminar... Porque cuando está bien, es una puta bomba de relojería hasta caminando... y cuando la conozcas de verdad, sabrás que ella no sabe eso. Y el día que la conozcas de verdad, entenderás que necesita que la des. Que todos necesitamos que nos digan lo mucho que nos quieren o que nos abracen sin razón aparente. Y ella más. Aunque no lo parezca. Porque el día que la conozcas realmente, lo sabrás.

Y sobre todo decirte que, el día que la conozcas de verdad, entenderás que no todo es lo que parece. Y te lo digo yo, que la conozco bien.

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