Cuando te pasas el día entre libros y
estudio, entre gente, personas y personajes, pasas a darte cuenta de que lo
escrito no es lo único que se puede leer. Al cabo del tiempo, pasas a leer
entre líneas, pasas a saber leer en los ojos de la gente, los gestos, los
silencios. ¿Qué opinas?
Hay veces que miras a una persona y sabes perfectamente el tipo de
texto que le recomendarías, el tipo de frase que le vendría bien, el tipo de
chiste que le debes enseñar. A veces sabes perfectamente qué tipo de
libro necesita leer alguno para sentirse bien con lo que él al igual que el
protagonista de la obra hace; reconoces en un momento ésa sonrisa especial que
te grita un "recomiéndame un libro que me haga sonreír, uno que desee no
terminar nunca" y también aprendes a ver quién no ha cogido un libro entre
sus manos en su vida y quién ha tirado las llaves al fondo de algo mucho más
extraño y poco explorado que el fondo del mar. Como si ése cubata fuese su
salvación, Qué sé yo...
Buceas y te adentras en sus miradas y a veces alcanzas puntos en
los que las anclas se agarran a las piedras y la arena lo cubre todo. En ese
lugar donde los rayos de sol pierden fuerza y lo que se quiere se vuelve
secreto inconfesable que sabe a sal; sabor que queda entre las muelas
acompañado de pequeños granos de arena.
Leyéndole te das cuenta de que para hablar del fondo del mar, hace
falta más que nadar hasta el trampolín flotante situada a 3km de la orilla de
la playa. Te das cuenta de que hay plataformas en medio de ninguna parte
esperando con ganas que alguien se agarre a ella y tenga miedo de soltarla. Son
como personas con ésa etiqueta de "caso perdido" que lanza bengalas
al cielo esperando a que alguien las abrace y las demuestre que el Sur no sólo
está donde la brújula decida que esté.
No sé, entiendes que hay personas de todo tipo, hay quienes son
ésa botella con un gran mensaje en su interior que nadie lee; hay personas que
son ése barco magullado que por mucha capa de pintura de oreja a oreja que se
eche, no consigue levantar cabeza; las hay que son ése mapa que todos buscan
con esperanza de encontrar un tesoro fácil, las hay que prefieren tirar la
toalla para algo más que para ducharse... las hay que dejan de escribir en su
diario de a bordo y se tiran por la borda con la esperanza de que alguien las recuerde
que sin ellos, nada es lo mismo.
Leyendo personas, acabas viendo que los lobos no sólo cantan
cuando hay luna llena, que los cantos de sirena no son tan perfectos, que los
vampiros chupan cola-cao con pajita y que los zombies pueden estar más vivos
que muchos vivos.
Pero qué se yo... en el fondo, sólo tengo la certeza de que los
libros son un conjunto de hojas de papel, pergamino, vitela...etc.,
manuscritas o impresas, unidas por uno de sus lados y normalmente encuadernadas
formando un sólo volumen. Aunque, espera... ahora también hay libros digitales,
de estos que ya no huelen a la colonia del abuelo o al café que se te cayó
aquel día sobre él mientras veías aquel partido. En todo caso, qué se yo. Nada.
Seguiré leyendo.
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