Daltonismo conceptual.



Siempre han dicho que para gustos los colores... y la verdad es que una mierda pinchada en un palo. Mucho para gusto los colores pero todos cruzamos en verde, evitamos tocar el botón rojo, nos alteramos con una sirena azul y nos dormimos cuando todo está negro. Y si prefiero determinar mi vida con otros colores, ¿Qué?



Verde; espera, todavía no. Ámbar. Rojo; espera un segundo a ver... Rojo y camión; ¡Ahora, cruza! Cruza ante esa situación en la que ves la hostia clara y pisas el acelerador. Sabes que esa curva ha sido letal, pero te apetece probarla. Vivir para contarlo o morir en el intento. Y no es momento de ponerse tremendo o metafórico; simplemente, apetece estrellarse de vez en cuando y sentir la adrenalina de vivir pensando menos y sintiendo más haciendo lo que nos apetece aunque lleve el letrero de inflamable.
¡Enciéndete un cigarro! Puede que explote todo por los aires, pero el mono se irá sin oponerse.

Siempre nos han explicado que hay que saber diferenciar entre lo bueno y lo malo. Lo correcto y lo que no debemos hacer nunca. Eso es caca, al suelo. Pero nadie nos ha enseñado a equivocarnos, a romper con lo preestablecido, a meterla hasta el fondo; la pata. O a agarrar bien el culo; de la copa. Nadie nos ha explicado que el maquillaje es el aliado perfecto para fingir una bonita mirada libre de noches en vela y nadie nos ha contado que correr bajo la lluvia es una buena alternativa a las tardes de bajón. 
Y abriga esos sentimientos... que coges frío. Puede que el antibiótico perfecto no sea a base de Amoxicilina, puede que no poner freno sea lo idóneo. Nunca deberíamos de pedir explicaciones a un impulso; y aun así, lo hacemos. 
Craso error. 
Fallo fatal. 
Destrucción inminente. 
Nunca, nunca; bajo ningún concepto te preguntes que por qué no evitaste hacer lo que querías hacer en ese momento. Qué queréis que os diga, las mejores decisiones que he tomado en la vida no han sido premeditadas. 
Y tampoco me ha ido tan mal. 
Hacer lo que uno siente y llevarlo a cabo con un mínimo de cordura no aparece en la lista de pecados capitales.

Así que lo dicho: a romper con lo preestablecido. Los colores son vida; la esencia de los mismos no va ligada a su pigmentación. Ni el rojo es tan peligroso, ni el blanco tan puro y pacífico, ni el negro tan incierto, ni el amarillo es el único que representa la amistad, ni el verde el único que nos aporta esperanza...

Y bueno pececillos, lo dicho: EQUIVOCARSE PUEDE SER EL ACIERTO. 

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