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Hoy vengo a contaros una frustración existencial que me acecha desde que esta tarde he abierto la nevera. Veamos... os cuento; para que nadie se alarme...
La cosa ha sido la siguiente: Me ha entrado un hambre bastante insaciable mientras tenía mi cuerpo serrano depositado delicada y sutilmente con una pata para cada lado, la cabeza colgando y el portátil con una serie que no desvelaré en el sofá y he decidido moverme. Ha sido una decisión difícil pero al final me he levantado y me ido a la cocina. El caso es que no sabía qué comer. Me apetecía algo light pero que me diese esa sensación de haber comido. No me apetecía algo salado pero lo dulce no me fascinaba del todo. Y tampoco quería algo caliente, pero comerme un helado no me fascinaba. Supongo que mi dilema ha sido como la vida misma, no? Estamos en tiempo de quimeras. Se lleva eso de creer en dragones, quererlos como mascotas pero libres por nuestros cielos mientras queman lo máximo posible en el menor tiempo que se pueda y a la vez nos incendien por dentro y nos hagan sentir vivos. No releas esta última frase, me he liado hasta yo al escribirla y creo que si la releo dos veces más, la acabo borrando.
Bueno, volvemos a mi debate alimenticio.

Al final he ido al cajón de los cubiertos y he cogido una cucharilla. Posteriormente a la nevera, he pillado un yogur de macedonia y he vuelto al salón a seguir con mi super tarde mientras mi  "tentenpié " adoptaba una temperatura ambiente.  El caso es que tras diez mins el asunto estaba como lo quería y he ido a comerme el cacharro y no sé por qué extraña razón, estaba caducado. ¡Qué desastre! llevaba una semana caducado el yogur que llevaba esperando diez minutos para comerme, ( Para mi ha sido como una eternidad). El caso es que he dicho: Mira, lo que no mata engorda así que para dentro. Y me ha sabido a teta. Luego he reparado en las putas etiquetas....


Siento ser así de políticamente correcta con mi lenguaje en este post. Pero si, putas etiquetas. Nos pasamos la vida dando nombre a todo, poniendo fechas a todo y precio a absolutamente todo. No sabemos vivir sin denominar todas las cosas, situaciones, emociones y relaciones que tenemos. Todo tiene que tener colgado el valor que tiene, la intensidad y hasta la fecha de caducidad. Es realmente bonito saber que está todo tan sumamente controlado. Y bien, os diré algo; conozco situaciones y relaciones que eran perfectas que se han acabado por intentar ponerlas un nombre, una fecha, un lugar, una canción. He sabido de planes que tenían toda la pinta de ser perfectos hasta que se decidió que comenzaban a las 16:07 y por llegar a las 16:17 se han ido al traste y han acabado en peleas y discusiones por tempo. También he visto situaciones maravillosas que han acabado en lloros por la temida y dichosa pregunta del "¿Qué somos?". Vamos a ver... eres una persona, organismo libre, ser con derecho y deber de vivir la vida que le ha tocado o ha decidido tener y no un programa de Windows que tiene sello y fecha de caducidad de producto. Nos empeñamos en buscar tres patas al perro y la vida es muy gata como para encima buscar el complicarla. Hazte un favor y vive el momento sin pensar en luegos que no existen hasta que llegan a ser ahoras. No sé si me explico, pero el yogurt que me he comido estaba cojonudo y la empresa que lo ha envasado y etiquetado no me decía lo mismo. Puede que a la noche me entre una cagalera del copón, puede que no. Pero he sido feliz mientras me lo comía y no pensaba en su dichosa etiqueta.  Piénsalo.

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