Despreocupados.

Para nosotros. Para los que no pensamos. Para los locos. Para esos que no miran si quedará azúcar para mañana y se echan tres cucharadas en el café porque les sale del higo y punto. Siempre habrá algún vecino que nos pueda dar unos granitos para el expresso de mañana. Para nosotros. Los que no medimos ni sabemos de cantidades ni dimensiones y sólo controlamos de intensidades. Juraría que ya en su día nos paramos a pensar las cosas en frío y acabaron saliendo mal. Para nosotros, los incomprendidos. Nadie entiende que nos gusta el ahora, el después es algo que siempre existirá pero nunca será. Algo que vendrá siempre más tarde. Nunca viviremos en él. ¿Para qué alterar el orden de la vida?

Para nosotros, los que decidimos comprar hielo para la posible hostia que nos demos contra la pared que queremos atravesar sin mirar. Andén nueve y tres cuartos decías ¿No? Nunca pareció mala idea perseguir lo que nos llamaba. Ya fuese a las tres de la tarde o a las cinco de la madrugada. A nosotros, los que nos guiamos por impulsos, deseos y abrazos. Los que contestamos sin palabras y afirmamos con achuchones; de oso. Con sonrisas cómplices y guiños de esos que gritan un ¨Saltemos! No hay otra manera de ver lo que hay abajo si no". Siempre nos llamó la atención jugárnoslo por eso que nos hace querer seguir ahí. Y parece que no está bien visto en el mundo cuerdo. Qué estupidez eso de seguir los impulsos irrefrenables de volar que nos entran cuando estamos frente al acantilado de nuestra vida y oteamos en el monte de enfrente nuestros sueños y nuestras ganas; lo que nos llena. Lo que nos hace felices.

A nosotros, los que hemos escuchado un "te arrepentirás", los "ya me dirás, ya" y el famoso "Luego no me vengas llorando", y hemos vuelto con la cabeza alta diciendo: ¿Ves? Si no pruebas nunca sabrás lo que tarda tu cuerpo en curar moratones. Ni lo frío que está el hielo contra el chichón. Ni lo bien que sabe la felicidad cuando a veces, y muy de vez en cuando, sale todo bien por haber saltado.

Para nosotros, que si queremos podemos. Que que sea lo que se hace no es motivo para hacerlo así. Que sabemos que lo imposible lo es sólo porque no se ve. Que nunca es mal día para hacer de un mal día, uno bueno. Sigamos yendo contra las paredes si es lo que creemos que nos va a llenar. Aunque sea la cabeza. De chichones. Y sigamos saltando al vacío si necesitamos sentirnos vivos por unos segundos antes del impacto. Y continuemos siendo así, que los locos muchas veces han conseguido lo inimaginable. Creemos fuego con la fricción de nuestros pies contra la tierra al correr hacia lo que nos da la puta gana porque es lo que queremos hoy; y mañana ya veremos si pedimos tiritas a la vecina o no.


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